En las últimas semanas me he topado en diversas ocasiones con una palabra de la que no tenía noticias desde aquellos maravillosos años en los que me impartían con más pena que gloria la asignatura de "lengua y literatura". Esta palabra la define el DRAE como una combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido; me refiero al oxímoron.
En los últimos años, en la jerga internacionalista, se ha puesto de moda el recurso a esta figura estilística, véase "guerra preventiva" o "desarrollo sostenible". Sin embargo, lejos de crear un nuevo sentido, como establen los académicos de la Real Academia Española, estos neologismos generan grandes debates académicos sin por ello aportar unos cambios reales en las prácticas. Así, igual que la guerra preventiva tiene poco de preventiva y mucho de guerra, el desarrollo sostenible sigue siendo tan insostenible como lo fue el desarrollo a secas.
Aunque la realidad es representativa, no basta con recurrir a la ingeniería lingüistica (¿o debería decir a la poesía?) para transformar unas prácticas denunciadas por ciertos sectores de la sociedad que apelan a valores como la paz o el respeto al medio ambiente. En realidad estamos ante una tendencia a recurrir a un pseudo-oxímoron para mantener una práctica dominante que es contestada progresivamente por la ciudadanía. La clase política, recurre a esta herramienta cognitiva para calmar a las masas mientras claudica ante las élites del poder económico.
En estos días en los que se celebra en Londres el All-Star de los "líderes" políticos (o G20), no me soprendería que ante la tesitura de tener que acabar con los paraísos fiscales, uno de los factores desencadenantes de esta crisis financiera global, se recurra a un pseudo-oxímoron para poder afirmar posteriormente que la cumbre ha sido histórica. Mi propuesta es la siguiente: "paraísos fiscales transparentes".
En los últimos años, en la jerga internacionalista, se ha puesto de moda el recurso a esta figura estilística, véase "guerra preventiva" o "desarrollo sostenible". Sin embargo, lejos de crear un nuevo sentido, como establen los académicos de la Real Academia Española, estos neologismos generan grandes debates académicos sin por ello aportar unos cambios reales en las prácticas. Así, igual que la guerra preventiva tiene poco de preventiva y mucho de guerra, el desarrollo sostenible sigue siendo tan insostenible como lo fue el desarrollo a secas.
Aunque la realidad es representativa, no basta con recurrir a la ingeniería lingüistica (¿o debería decir a la poesía?) para transformar unas prácticas denunciadas por ciertos sectores de la sociedad que apelan a valores como la paz o el respeto al medio ambiente. En realidad estamos ante una tendencia a recurrir a un pseudo-oxímoron para mantener una práctica dominante que es contestada progresivamente por la ciudadanía. La clase política, recurre a esta herramienta cognitiva para calmar a las masas mientras claudica ante las élites del poder económico.
En estos días en los que se celebra en Londres el All-Star de los "líderes" políticos (o G20), no me soprendería que ante la tesitura de tener que acabar con los paraísos fiscales, uno de los factores desencadenantes de esta crisis financiera global, se recurra a un pseudo-oxímoron para poder afirmar posteriormente que la cumbre ha sido histórica. Mi propuesta es la siguiente: "paraísos fiscales transparentes".
A mí me suena a protector estomacal o algo de eso... lo de Oxímoron, digo.
ResponderEliminarEstoy preparando las migas... ¿Te vienes ya y empezamos con las birras? Están tristonas, ahí sin abrir... ;P